Coro Carrillo
Este año estamos de suerte en la Biblioteca y en el Departamento de Lengua y Literatura del Norba, parece que los planetas se ponen de nuestro lado y hacen que las instituciones nos mimen con sus convocatorias de encuentros literarios. Así es que no hemos terminado muy bien de saborear el espectáculo de poesía, pintura y música que nos ofreció Leticia Ruifernández, y ya tenemos aquí, el 12 de abril, a una mujer a la que llevamos años queriendo traer a nuestro instituto. Conocemos a Ana Cristina Herreros desde hace tiempo como escritora, incluso hemos trabajado a veces en clase sus Cuentos populares de la Madre Muerte, que nos recuerdan las distintas formas en que cada pueblo ha representado ese momento inexorable de la existencia humana. Pero sin duda lo más impactante es ver a Ana Cristina Herreros en acción, cuando, transformada en Ana Gryott, nos envuelve con los hilos de su palabra y su asombrosa capacidad de contar.
Este encuentro literario, no obstante, no estaba auspiciado solamente por el Departamento de Lengua y Literatura, también desde el Proyecto de centro Norba Solidario teníamos un gran interés en que Ana Cristina nos visitase. Y, si esto es así, es porque nos encontramos ante alguien que cree en el poder transformador de la Literatura. No en vano su labor de editora en esa aventura editorial en la que se ha embarcado -Libros de las Malas compañías- nos habla de alguien que entiende la labor de «dar de escribir» y «dar de leer» desde un prisma muy particular, y que no es otro que el de la solidaridad. Así, ella explica su labor de recopiladora de cuentos de tradición oral como un intento de dar voz a los que nunca la tuvieron, quizás nuestros abuelos, quizás determinadas minorías étnicas o algunas culturas indígenas olvidadas; o a quienes siguen sin tenerla: las personas autistas, las personas sin hogar o las comunidades negras de África occidental… Son libros cuyos beneficios se emplean en alfabetización de mujeres, en proyectos que tratan de coser la esperanza allí donde campa a sus anchas la penuria o el dolor. Es ella misma quien mejor explica su proyecto: “Griott es el narrador tradicional de África Occidental, un niño que era hijo de un muerto y sabía historias de los que no están. Yo hago lo mismo contando, editando o escribiendo: intentar mantener vivos los cuentos, la memoria, lo tradicional, y dar voz a quienes no la tienen”. Termino como empezaba: seamos o no conscientes, con alumnos que a veces escuchan atentos y a veces se cansan y se distraen porque escuchar con serenidad y atención a quien habla es ya en nuestro mundo una actividad en vías de extinción, estamos de suerte. No tengo la menor duda.